Hasta ahora, los desalojos de locales ocupados se han dibujado en los medios de comunicación como legítimas y victoriosas operaciones policiales, como si de dispositivos antiterroristas se tratase. La semana pasada se anunció el desalojo del Patio Maravillas para el jueves día 22, y cuál fue la sorpresa de los empleados judiciales hasta allí desplazados cuando vieron a medio vecindario apostado en la puerta para impedir el paso de los agentes, cuando alzaron la vista y vieron los balcones llenos de carteles en los que se reclamaba que "El Patio no se cierra".
Y se fueron por donde vinieron. Aunque volverán...
En el Patio Maravillas se hacen talleres de fotografía, informática, y reparación de bicis; se ofrece un servicio de asesoramiento jurídico para inmigrantes y clases de castellano; hay un mesón y una cafetería, y los vecinos han dado ya su veredicto: están con el Patio, necesitan el Patio y los servicios que en él se prestan. ¡El Patio no se cierra!. Los medios lo han dado también, mostrando un lugar abierto, intercultural, donde los vecinos pueden desarrollar sus habilidades artísticas, aprender idiomas o asesorarse sobre trámites legales o realajarse en la cafetería y el mesón, los "espacios de socialización".
Mi más sincera enhorabuena a la gente del Patio y, sobre todo, a los vecinos que, sin prejuicios, han sido capaces de valorar las cosas por lo que son y no por lo que nos hacen creer que son. Ya era hora de que la gente de la calle plantase cara a tanta injusticia, a tanto sinsentido. El Patio no se cierra.