
Los nuevos habitantes de estos municipios, imagino, habrán sido conscientes de los pros y los contras del cambio en el lugar de residencia pero ¿nadie ha pensado en los habitantes originarios de estas localidades?. Sin lugar a dudas, no; nadie lo ha hecho. Los pueblos pierden sin remedio su identidad, sus tradiciones y costumbres y, sobre todo, pierden los valores intrínsecos de la vida en el medio rural. ¿Y a quien le importa?. A nadie. Los nuevos pobladores buscan, muy legítimamente, poder adquirir una vivienda a un precio mas asequible. Las autoridades locales buscan el progreso del municipio. Los promotores de los proyectos, rentabilidad económica. Y como nadie se molesta en poner limites, el resultado final es que los primeros consiguen vivienda a buen precio, pero lejos del trabajo, los últimos consiguen dinero fácil y rápido y los segundos progreso pagando un precio que tal vez, en muchos casos, sea excesivo y sin posibilidad de cambio, si no quedan satisfechos... Resultado final: 1 ciudad más, 1 pueblo menos.
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